13/4/14

La verdad: Mis Refalencias, ya no son mías.

Lovecraft me enseñó -porque no importa el quién cuando una narración está en plena ejecución- que la alquimia es la química natural que rige todos los sucesos de nuestra inmensa humanidad. Un acto consecuente al otro, un proceder a un contemplar y ver, presuponiendo, como Baco recostado en un lecho, a la vista de los océanos, con una copa de vino y un racimo de uvas de la mano de una doncella exhuberante, que no somos nada.
Por lo menos cuando lo has dado todo, en apuestas de vida o muerte, y sólo te queda la muerte.
He paseado por muchos Egiptos, Sumerias, Españas y Argentinas distintas, pero sólo en una experimenté el sabor de vivir.
He sentido síntomas de enfermedad, dolor, inseguridad y también amor.
Ahora, camino sobre varios metros de intestinos entrelazados con un hedor a vida que me contagia.
He logrado prescindir de la comida, pero no del oxígeno. Soy mortal y sigo igual de volátil.

Es una síntesis.

El resto, la profundidad de la que decidí no hablar en la síntesis es una concentración de investigación concentrada en el funcionamiento incorrecto de mi corazón, ni de mi glándula pineal, conciderado por mi, como Tercer Ojo, u ojo de la mente.
Te vuelve sabia. No te deja caer ni en tu propio ego. Es la visión de la verdad en estado puro, y no poder ni correr, ni gritar, sino pensar, con una mano masculina, peluda y fuerte cogiéndome de la nuca, poniéndome cara a cara con toda la verdad: Esa verdad.
Una vida forjada en cinco años de disciplina por amor, y amor por disciplina. A saber en qué desemboca semejante decepción.
Quizá Baphomet puso un ojo en mi, y Ostara me trajo la fructificación.
Quizá tenga un poder, que me ha sido concedido. El poder de poseer a la déspota y volverla esclava. Hacerla morder polvo espiritual, y alimentarme cada mañana con su energía, volátil y errática. Colgando de sí, enormes cadenas de mi ex-refalencia. Mi tendencia a caer con el mentiroso, porque es mentira, aunque se disfrace de verdad, que alguien, quien sea, logre amarme verdaderamente.

Que no descanses. Que no hay paz. El kaos es la única realidad, y estará detrás de ti.
Solve Coagula.

26/4/11

Annabel Lee

Fue hace muchos y muchos años,
en un reino junto al mar,
habitó una señorita a quien puedes conocer
por el nombre de Annabel Lee;
y esta señorita no vivía con otro pensamiento
que amar y ser amada por mí.

Yo era un niño y ella era una niña
en este reino junto al mar
pero nos amábamos con un amor que era más que amor
—yo y mi Annabel Lee—
con un amor que los ángeles súblimes del Paraíso
nos envidiaban a ella y a mí.

Y esa fue la razón que, hace muchos años,
en este reino junto al mar,
un viento partió de una oscura nube aquella noche
helando a mi Annabel Lee;
así que su noble parentela vinieron
y me la arrebataron,
para silenciarla en una tumba
en este reino junto al mar.

Lo ángeles, que no eran siquiera medio felices en el Paraíso,
nos cogieron envidia a ella y a mí:—
Sí!, esa fue la razón (como todos los hombres saben)
en este reino junto al mar)
que el viento salió de una nube, helando
y matando mi Annabel Lee.

Pero nuestro amor era más fuerte que el amor
de aquellos que eran mayores que nosotros—
de muchos más sabios que nosotros—
y ni los ángeles in el Paraíso encima
ni los demonios debajo del mar
separarán jamás mi alma del alma
de la hermosa Annabel Lee:—

Porque la luna no luce sin traérme sueños
de la hermosa Annabel Lee;
ni brilla una estrella sin que vea los ojos brillantes
de la hermosa Annabel Lee;
y así paso la noche acostado al lado
de mi querida, mi querida, mi vida, mi novia,
en su sepulcro junto al mar—
en su tumba a orillas del mar.


Edgar Allan Poe
Algún día tendremos un Hogar, y no estaremos solas nunca más.

22/2/11

I

Nadie define cuál es el valor real de nadie, mucho menos los que te lastiman. La verdad es que nadie sabe nada, y sólo yo puedo dar testimonio de mi propio corazón. Estar feliz en tiempos de guerra, construye la verdadera paz interior.

Lo que construí, lo construí en un contexto violento, pero no a base de hostias. Y mi dolor dio frutos al final. Casi nunca voy hacia algún lado, soy como la oveja descarriada, pero siempre construyo caminos, hacia sitios inexplorados.
Y, a decir verdad, sonreír en un infierno donde el amor es como el agua en el desierto, y no hay corazón sin profanar, es un auténtico milagro interior.
Hoy, he explotado. Me estoy asombrando del mundo entero, porque lo pienso y no me lo creo. La vida tuvo misericordia de mí, y de la nada, y como si nada, apareciste. Luego de no poder sentir nada más, de no poder ni llorar, de no tener más planes que suicidarme despaciosamente, me convertí en un nuevo Vizconde Demediado, para que mi parte buena, lograra reaparecer y rescatarme del frío abismo de neutralidad espiritual, al que todo el mundo suele caer.
Me siento llena de color, no de forma saturada, sino que poseo mis auténticos colores de nuevo. Los colores que se suelen adjudicar al océano en toda su inmensidad, y cuya frialdad, en mi caso, no connota nada horrible, sino una gama de sentimientos dignos de contemplar.
Soy incomprensible, soy la misma, pero un poco más libre... en todo sentido. Y mira que he evolucionado.
Toda mi vida fui violenta, pero nunca me enorgullecí. Al pelear, romper, golpear y ser golpeada, terminé experimentando un placer similar al del sexo, con la diferencia de que al terminar, volvía a ser yo, y encontraba mis huecos de siempre. Es como vos solés decir, todo acaba en una búsqueda introspectiva; sentarme en un rincón como la criatura que siempre fui y husmear en dichos huecos.
Hoy mismo, tanta sacudida de espíritu, han hecho que me termine por enamorar de mí misma. Eso, también quiero compartirlo con vos, algún día. Dejarte entrar.


Buenas noches, princesa. Falta nada.

16/2/11

(23 de julio de 2010)

En un millón de años luz estaré acostada como siempre quise estar acostada. Levantaré los espejos de mi casa y los reproduciré a un millón por todos sus sitios, rescataré del polvo mis añares de infancia, conduciré sobria por toda la estancia, y me acostaré contigo en la orilla de la playa. Desnudas, o en bragas.

Levanto con la yema de mi dedo la última lágrima que se me quiere escapar. Cuando me canso, me siento así, como hoy, y no voy a describir cómo. Por eso, mi reina... te dejaré habitar en mis sueños. En ellos espanto el temor, el dolor, la muerte y la enfermedad. En ellos habita la música y la musicalidad en mis palabras.

Veo un pasillo grande y las puertas abiertas... el silencio y tu ausencia. Tu pronta presencia. El esperarte y prepararte. Veo besos. Siento pieles, la tuya y la mía. Me veo... en estado puro. Veo tus músculos, tus ojos, tus huesos y tus tendones. Siento tu peso sobre mi cuerpo. Tus costillas y tu calor.
Siento tu música y oigo mi voz.

13/2/11

Del amor y la libertad...

A veces me pongo a leer textos que otras personas dejan en sus redes sociales, dedicados a los que esas personas aman (parejas, mejores amigos…). No sé por qué lo hago, quizá por mi curiosidad continua de la psicología del comportamiento humano, que me aparta un poco y me hace sentirme bastante extraña a esta raza, pero ese es otro tema.
Lo que vengo a razonar aquí, es que me resultan extremadamente artificiales todos esos sentimientos. Verdaderamente creo que esas personas aman, que son amadas, y que de verdad desean pasar el tiempo con su ser querido y compartir su vida, al menos en ciertos momentos. Pero no creo en ese amor, porque si algo me ha enseñado esta vida, es que el amor verdadero nace desde zonas muy profundas y oscuras, lugares de miedo y vértigo, de lo más íntimo nuestro. Y esas zonas sólo se llegan a conocer a través de una madurez que sólo saca el sufrimiento y el dolor psicológico real, por lo que si no tenemos iluminadas esas partes de nuestra mente, no podemos jamás amar con todo lo que esa palabra implica, el amor tal y como yo lo entiendo.
Por eso me dan pena los seres humanos, porque exteriorizamos unos sentimientos que en su nacimiento eran mucho más suaves, hasta convertirlos en exacerbados ramalazos de pasión psicológica, fruto puramente de la exageración “corporativa” y no del crecimiento natural de los sentimientos a través del tiempo y la aportación recíproca de placer intelectual.
Y todo ello, por el miedo puro y mentiroso de estar solos, de afrontar su propia imagen en soledad ante la masa y ante sí mismos, por la propia inseguridad y el nulo amor propio humilde (que es el único real) que nos hace tener la ilusión de necesitar a alguien que nos quiera y que nos haga sentir importantes y amados, que nos haga sentir que nuestra vida merecerá la pena por el simple hecho de todas esas sensaciones que nos provocan.
Pero no se quedará nunca nada más que en eso, en sensaciones, si no elevamos ese amor a unos estados intelectuales y psicológicos que no todos son capaces de afrontar por la pereza humana común o por las pocas capacidades de cada uno.
Y siempre que leo por estos sitios tanto amor expresado de maneras tan cursis y empalagosas, que sólo me hacen pensar en chucherías y peluches, no puedo menos que sentir repulsión y hacer un viaje introspectivo hacia mis propios sentimientos.
¿Fui yo así alguna vez? ¿Seré así cuando me vuelva a enamorar?
No.
Lo sé porque yo ya he amado con todo mi ser, y me he enamorado ciegamente. Cada cosa de una persona diferente, al igual que cada sentimiento.
Cuando amé, fue un amor real, un amor serio y apasionado que no dependía de la dulzura verbal para funcionar. Un amor que no buscaba aprobación del exterior y que no necesitaba ser comentado, que si era proclamado era simplemente por la propia felicidad de sentirlo.
Y mi enamoramiento, fue tan privado, tan íntimo, tan de dos, que simplemente no hubo ocasión de convertirlo en un circo.
Y hoy por hoy, cuando leo tales estupideces, pienso mucho en ella.
Y con ella me refiero a la única persona que en este momento quisiera sentir aquí, en mi cama conmigo. La persona que más lejos vive de mí.
Simplemente se me viene a la cabeza porque siento algo tan profundo, tan real, que es difícil que no se te venga a la lengua la palabra amor. Es posible que no pueda compartir mi vida con ella, pero también es posible que sí, simplemente trato de conocer este sentimiento que crece en mí cada día como un calor que va calando poco a poco a través de mi caja torácica.
Escribo esto para dejarme claro, pase lo que pase, que estoy enamorada de ella. Que quiero tocarla por encima de cualquier otra cosa en este momento, y tener su rostro entre mis manos. Porque esa mujer, a la que nunca he podido mirar a los ojos, ha ido entrando en mi vida de manera pausada y continua, y sin saber cómo ha acabado siendo algo tan cotidiano como mi propia gente. No podría separarla de las personas más importantes de mi vida, si hoy tuviera que nombrarla.
No es por algo que haya hecho por mí, no hay deudas morales, ni sentimientos de culpa, y tampoco hay compromisos concebidos con el roce y la amistad. Por eso todo esto me parece más real y puro.
Es todo un reto amar a alguien de esta manera, porque si toco a otra, y si deseo a otra, simplemente estoy tratando de llevar mi vida adelante en beneficio de mi propia cordura, planteándome que esto es lo más lógico y razonable, porque no la puedo tener entre mis brazos, pero sabiendo que si la tuviera, no necesitaría nada más que ella, y a la vez, todo lo demás. Y si algún día decido tratar de estar seriamente con otra persona, va a ser para olvidarme de ella. Y si necesito algún día olvidarme de ella, será porque he agotado todas las posibilidades de quererla sin destruirnos.
Es cierto lo de mi síndrome de Wendy, es cierto que siempre busco parejas maltratadas por la vida, y con problemas que resolver en su interior, inconscientemente lo hago, pero lo hago.
Pero no me importa realmente, porque a pesar de lo mal que yo lo paso cuando estas relaciones acaban, todo lo que yo he aprendido, todo lo que yo he vivido amando a estas personas y queriendo ayudarlas y sacar lo mejor de ellas, y mostrarles el mundo maravilloso que puedo compartir con ellas, todo eso, hace que merezca la pena.
Mucho más por lo que me aportan a mí, que por lo que se llevan ellas.
Y a ella… jamás he sido tan honesta con nadie. Y creo que nadie ha sido tan honesto conmigo nunca. Y ella sabe todo lo que nunca dejaré entrar en mi vida. Y ella sabe de mis ganas de vivir, y de ser feliz, y que jamás dejaré que nadie me quite esas ganas y ese optimismo, que mi trabajo me ha costado adquirirlo. Pero si está dispuesta a embarcar en este tren de mi vida, yo seré muy feliz. Su mente es la primera que me enamoró, su ser, su entero intelecto es un constante ejercicio para mí, y una constante estimulación. Su alma es todo un reto, un alma tan rota como la que yo guardé hace tiempo dentro de mí, y más rota que las que he tenido nunca entre mis manos, y tan hermosa que le daría la mitad de la mía para sanarla de un golpe.
Pero también estoy dispuesta a estar intentándolo durante años hasta que se estire en todo su esplendor. Hasta que se alce en todo lo enorme que es en potencia.
Y no voy a hablar mucho de su belleza física, porque es una de las mujeres más bellas que jamás he tenido el placer de contemplar, y el aura que desprende es algo difícil de explicar, rellenaría otro texto igual que este. Y sé que el día que la tenga delante, mi ser invisible quedará ciego ante el mundo.
Esto, lo llamaría yo amor. Porque no espero nada, y lo único que me engancha al futuro son esperanzas al mismo tiempo. Y porque no hay un amor más desinteresado que el que nace a distancia y puramente gracias a las palabras.
No sé dónde acabará esto, pero no quiero olvidar nunca cómo está empezando.
Por todos estos pensamientos, no creo en el amor de red social, en el amor de corazones y sanvalentines, en el amor de trozos de canciones populares.
No creo en el amor de los demás. He visto muy pocas veces el amor real, casi siempre acompañado de tragedia por la propia intensidad de este sentimiento. El amor no es estar terriblemente cómoda con la persona que te acompaña y exagerar el cariño hasta lo insoportable.
El amor, al igual que la libertad, son tesoros que no están al alcance de casi nadie, porque lo que la gente desea es el nombre del amor y la ilusión de la libertad, que son más estéticos y mucho más cómodos que los conceptos reales y dolorosos de ambos estados de la vida.
Incluso tú que lees esto, y yo misma que lo estoy escribiendo en algunos momentos de pereza existencia he sabido que no me apetecía luchar por iluminarme con los estados reales de amor y libertad, y dejarme llevar un poco por la publicidad.

Pero al final, tengo el alma rota y embarrada de una luchadora psicológica, y sé que no podría vivir de otra manera que buscando la autenticidad de mi libertad y de mis sentimientos, aunque el precio sea mi efímera felicidad. Felicidad que de todos modos, está sobrevalorada.

Hoy acabo esta divagación con el pensamiento de que dos almas rotas (y quiero decir rotas de verdad, no cómo creemos que se nos rompen ingenuamente a veces) aman mucho más y mucho más verdaderamente que las demás, y que cuando sanan gracias a la propia relación, son las que la elevan hasta la vida eterna, pase lo que pase después.
Si esto necesita explicación, otro día surgirá otra reflexión para ello.